Atajar

Del martes, 29 de junio de 2010

Sólo un instante fortuito puede regalarnos una buena toma de un perro en plena acción. Las sombras largas del atardecer de invierno juegan a esconder el objeto del deseo de Tekila, la rama a punto de ser capturada. El débil rayo de sol insinúa la boca que se proyecta en una sombra amedrentante. Son dos en uno, Tekila saltando desbocada y su sombra capturando un palo.

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