Simón duerme

Cayó como muerto, como si Morfeo lo hubiese sorprendido en un instante fatal en que no hizo tiempo a salir del auto ni a acomodarse en el asiento. Ahí quedó Simón, como si fuese lo más normal del mundo, culo al norte, las manitos para arriba, en el descascarado Citröen con la puerta abierta. ¿Y si alguien se lo roba? No, al Citröen no, a Simón.